El 69 por ciento de la población siria vive en la pobreza extrema, 13 millones necesitan ayuda humanitaria y 5,6 millones necesitan asistencia inmediata. En 2017, se alcanzó la mayor cifra de desplazamientos internos dentro de Siria desde el inicio del conflicto: 7.665 personas huyeron de la violencia cada día. Estos son algunos de los datos de la guerra de Siria, 'una espiral de guerra que no estamos viendo que se extinga, sino que está aumentado', incide Manuel Sánchez-Montero, director de incidencia y relaciones institucionales de Acción contra el Hambre.
A pesar de esta situación, Víctor Velasco, jefe del Equipo de Emergencia de la organización, que acaba de llegar de Damasco, señala: 'Se empieza a notar el agotamiento de la comunidad internacional. Se trata de un conflicto incrustado dentro del país sin buscarse la solución externa', incide.
En este sentido, Sánchez-Montero considera que el compromiso político lo ha habido, pero no se traduce en dinero destinado a la ayuda humanitaria. 'La comunidad internacional ha pasado de aportar el 70-75 por ciento del dinero al 52 por ciento el año pasado'. Asimismo, se observa un desgaste de la sociedad, cuyas donaciones no son comparables a cuando sucede un desastre natural.
Problemas para incrementar la ayuda
Por otra parte, Sánchez-Montero ha expuesto que se están encontrado con problemas para incrementar los recursos por las tareas administrativas (por ejemplo, incremento del personal o contratos de más larga duración con proveedores) y porque los bancos intermediarios no están aplicando la exención de las sanciones relacionadas con la transferencia de fondos y con la exportación de materiales. 'Tenemos que eliminar las tareas administrativas y la aplicación efectiva de la exención de las sanciones'.
Aumenta el número de desplazados
Otra de las consecuencias de la guerra es el número de desplazados. En la actualidad, 'hay seis millones de desplazados internos y más de cinco millones de refugiados, lo que provoca una carga enorme para los países de la zona (Líbano, Turquía, Jordania)', hace hincapié Velasco, que recuerda que por cada retornado hay tres desplazados nuevos.
En cuanto a la alimentación, existe desabastecimiento de muchos mercados, daños en los cultivos por bombardeos, necesidades en seguridad alimentaria, que están conduciendo a episodios importantes de desnutrición y anemia, explica Velasco. 'El hambre sigue siendo un arma de guerra. Hay que recuperar los medios de vida de la gente para que pueda recuperar su vida de antes'.
Acción contra el Hambre, que trabaja en Siria desde 2008 con un equipo de 40 personas, llega con su trabajo a 1,7 millones de beneficiarios. 'Nuestro trabajo consiste en proveer con agua a las familias afectadas (alcantarillado, abastecimiento mediante pipas…), manejo de la higiene para que no haya enfermedades relacionadas con el consumo de agua, suplementos alimenticios en madres lactantes y niños menores de cinco años, recuperación de sus actividades de vida, apoyo a hospitales…', apostilla el jefe del equipo de Emergencias de la organización.
'La mayor parte de los conflictos se dan entre fuerzas que usan a la población civil como escudo', añade Sánchez-Montero. La población civil es la más afectada en las guerras. Unos efectos que duran mucho tiempo. 'La ausencia de guerra no significa que no haya necesidades y retos. La situación humanitaria duraría mucho más tiempo después de finalizada la guerra', señala Sánchez-Montero, que pone como ejemplo que en Libia todavía hay refugiados palestinos de hace sesenta años.
"Se empieza a notar el agotamiento de la comunidad internacional en la guerra de Siria"
Manuel Sánchez-Montero, director de incidencia y relaciones institucionales de Acción contra el Hambre, y Víctor Velasco, jefe del equipo de Emergencia de la organización, han expuesto la preocupante situación de Siria, cuyo conflicto sigue en aumento
Ester Crespo
14 de marzo 2018. 1:00 pm