La instalación de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos, y más recientemente en establecimientos sanitarios como la red de farmacias comunitarias, se ha estandarizado en los últimos años a nivel autonómico. Sin embargo, y pese a las ventajas que supone el uso de esta aparatología al permitir difundir la desfibrilación precoz como método de disminuir la mortalidad y morbilidad asociada a la muerte súbita de origen cardíaco, gran parte de la población desconoce aún el funcionamiento de estos dispositivos y sigue sin existir un marco legal a nivel nacional que controle el correcto uso y mantenimiento de la misma, tal y como denuncia la Sociedad Española de Electromedicina e Ingeniería Clínica (SEEIC).
'Cada comunidad autónoma ha elaborado su propia legislación en este sentido pero el entramado de la implantación de desfibriladores semiautomáticos en lugares públicos no sigue un estándar nacional. Incluso, conforme a la normativa europea, son los propios ayuntamientos los que pueden crear estos espacios saludables implantando esta aparatología, pero, tan importante como la inclusión de esta tecnología en zonas muy concurridas es su mantenimiento para que su funcionamiento sea perfecto en caso de que sea necesaria su utilización', explica Jesús Lucinio Manzanares, presidente de la SEEIC.
En este sentido, el presidente de esta sociedad científica hace hincapié en que 'son los centros de evaluación de tecnologías los que deberían revisar esta implantación'. 'Esta aparatología está siendo ubicada en lugares públicos como aeropuertos, pero hay que tener especial cuidado a la hora de revisar esta implantación, sobre todo cuando los contratos de mantenimiento en estos lugares no se renuevan debido a la actual coyuntura económica', sostiene.
Los desfibriladores automáticos disponen de una batería y electrodos que tienen fecha de caducidad y por lo tanto, cada determinado tiempo, según indique el fabricante, deben cambiarse. 'Además, -continúa Manzanares- es necesario realizar, en algunos de estos dispositivos, descargas para comprobar que la potencia que determina el equipo a la hora de iniciar el disparo es la adecuada y también es necesario revisar la caducidad del gel que incluyen los electrodos, ya que si estos no se pegan adecuadamente al cuerpo se pueden originar quemaduras o una descarga letal a la persona que está manipulando el equipo', afirma Manzanares.
Los desfibriladores semiautomáticos son de pequeño tamaño y fácilmente manejables. Son capaces de analizar automáticamente el ritmo cardiaco y descargar una dosis de energía eléctrica controlada. Están diseñados para poder ser utilizados por cualquier persona, mientras esta siga las instrucciones que el equipo le va indicando en la pantalla y/o por medio de voz. Es necesario, asimismo, diferenciar este tipo de aparatos de los desfibriladores convencionales que utiliza el personal asistencial, y en los que es el especialista quien decide el tipo de descarga e intensidad.
No obstante, el presidente de la SEEIC incide en que 'aunque los desfibriladores semiautomáticos implantados en lugares públicos disponen de instrucciones de uso, una vez seguidas las pautas del desfibrilador es necesario realizar otras acciones sobre el paciente como colocar correctamente la cabeza o realizar respiración artificial. Por eso, como mínimo, la persona que lo utilice debería de disponer de un curso de Reanimación Cardiopulmonar Básico'. En este sentido, Manzanares insiste en que 'esta tarea debería ser realizada por personal cualificado y muy familiarizado con este tipo de tecnología sanitaria'.