Normalmente, la detección del paciente con diabetes tipo 2 en Atención Primaria se lleva a cabo de dos formas: cuando aparece una persona con una sintomatología, entre la que destaca la poliuria, la polidipsia, la polifagia y pérdida de peso, o cuando en una analítica ordinaria destacan valores de glucosa altos; superiores a 125mg/dl.
Cuando surge la sintomatología la diabetes, la persona diabética ya suele llevar de 10 o 12 años de evolución por lo que se recomienda, siguiendo las guías de práctica clínica, hacer un cribado mediante una glucemia basal en mayores de 45 años o grupos de riesgo. En este sentido, el papel de la atención primaria es fundamental para mejorar el diagnóstico precoz.
Ante un nuevo caso de diabetes tipo 2, las primeras recomendaciones se basan en medidas higiénico-dietéticas y dependiendo de cómo de altos sean los valores de glucemia se puede recomendar o no tratamiento farmacológico desde el inicio. Al ser una enfermedad crónica, se necesita un buen control por parte del médico especialista, así como del manejo diario en la consulta de Atención Primaria por el médico de familia.
Manejo coordinado
En estos casos, lo primero que se hace es ofrecer consejos sobre alimentación y ejercicio, sobre todo si es paciente obeso y presenta otras patologías, como hipertensión o dislipemias. Respecto a las dietas, hay algunas elaboradas por la industria, entre las que destacan las de Mylan, en las que de una manera rápida y concisa, el paciente dispone de diferentes dietas según colores. Son muy visuales y fáciles de seguir. El ejercicio también debe empezar a formar parte de la vida de los diabéticos. Caminar 30 minutos a buen ritmo, todos los días, sería suficiente, aunque no siempre es fácil de conseguir.
No hay que olvidar que en un primer momento del diagnóstico de la DM 2 debe poner en marcha la realización de una serie de pruebas diagnósticas para clasificar la enfermedad y así derivar al paciente a la consulta del especialista con la mayor información posible. Posteriormente, se deberán resolver las dudas que le vayan surgiendo al paciente y vigilar el cumplimiento de las pautas terapéuticas. Si se recomienda tratamiento farmacológico, durante el primer mes se hacen glucemias en ayunas semanales para ajustar el tratamiento y una vez que se ha conseguido ajustar, las analíticas se harán cada tres, seis meses y un año, sucesivamente.
La derivación al especialista se hace casos determinados y para situaciones concretas, como es para la evaluación de alteraciones orgánicas, es decir, que el paciente presente alguna sintomatología que necesita hacer alguna prueba que no puede llevarse a cabo en primaria, para que el paciente se tome en serio su patología, ya que el paciente no tiene conciencia de la enfermedad porque produce pocos síntomas y no es discapacitante, y el médico de atención primaria vea que no mejora lo suficiente; entonces suele remitirlo al especialista. En la mayor parte de los casos, se deriva al especialista cuando no se consigue controlar la diabetes o hay que empezar a insulinizar.
Mejorar la adherencia
En el manejo del paciente diabético hay que contar con que el incumplimiento terapéutico es un problema prevalente y relevante en la práctica clínica, sobre todo en el tratamiento de enfermedades crónicas. Así, en un estudio sobre diabetes y enfermedad cardiaca, los pacientes con falta de adherencia tenían tasas de mortalidad más altas que los pacientes cumplidores, situación que se reproduce en la tasa de hospitalización que es más alta en pacientes con baja adherencia. Por eso, uno de los primeros pasos antes de realizar cualquier intervención debería ser el poder realizar una historia sobre la adherencia, en la que se debería indagar en saber lo que el paciente piensa, saber educarle y estrechar un vínculo con él, sugerir que registre las tomas de la medicación, hacerle partícipe de su enfermedad, simplificarle la posología, promover el uso de pastilleros de dosificación, involucrar a la familia y emplear métodos de recordatorio, entre otros aspectos.
Para mejorar la adherencia terapéutica es importante la empatía médico-paciente, así como la información que se administra al paciente para conseguir la concienciación de su enfermedad y de la importancia de hacer las recomendaciones para evitar complicaciones mayores. En este sentido, el paciente con diabetes 2 requiere tiempo y una buena colaboración por parte del profesional de enfermería.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores médicos generales Alberto Ramón Domínguez Recio, Pablo Manuel Rodríguez López, Eligio González Moro, Elena Gutiérrez Martín, Miguel Holgado Casado y Javier Galache de Dios, de Valladolid; Carmen Pabollet Ollo, Ana Isabel Fernández González, Miguel Mier Cascallana, Luis Carlos Sánchez de Ocaña y Ana María Murguizu García, y el geriatra José Manuel Muñoz Díaz, todos del Centro de Salud de Intxaurrondo, y los médicos generales Enrique, Castrillo Martínez, Javier Marcos Olea, José Mª del Blanco González, José Antonio Vázquez López, Mª Luisa Senac Rubio y Isham, Kahil Fefahi.