La Fundación Ad Qualitatem es una fundación sin ánimo de lucro, que busca evaluar y certificar la excelencia en la calidad de los centros sanitarios públicos y privados de nuestro país. Con un recorrido de ocho años ya ha conseguido consolidarse en el sector, y es por ello que según su presidente, Alfredo Milazzo, ahora hay que mirar más allá, y es que según explica el verdadero problema de la gestión es que no es flexible, haciendo falta grandes cambios como modificar el estatuto de los profesionales sanitarios o evitar duplicidades, para conseguir la verdadera calidad y excelencia del SNS.
¿Qué puede aportar la calidad a la sostenibilidad?
Precisamente en esta situación de crisis económica es cuando la calidad más puede aportar. Durante todos estos años sabemos que el sistema sanitario ha venido siendo deficitario, y con la crisis se ha agravado la situación hasta llegar a límites extremos. Hace falta reconducir las cosas, y solamente veo dos maneras, una es el copago, la otra es gestionar mejor, que es por la que yo optaría. Dentro de gestionar mejor, el aplicar, aunque sea voluntariamente, normas de excelencia en la gestión, sin duda aporta algo a la sostenibilidad del SNS.
En una época en la que los expertos del sector critican la falta de evaluación y transparencia, ¿qué supone para un centro sanitario obtener el sello de calidad de Ad Qualitatem?
Una de las cosas que pasa es que a veces se desconoce la causa de estas pérdidas económicas en los centros. El establecimiento de unas normas que sean mucho más claras, que den más visibilidad a los mecanismos de la gestión, favorece la transparencia.
Este año han sido diversos los hospitales y servicios que se han certificado con el sello Ad Qualitatem, entre ellos, algunos de los seis hospitales que podrían privatizarse en Madrid. ¿Quiere decir que su gestión actual ya es excelente tal y como está?
A esos determinados servicios o unidades a los que se les ha otorgado el sello están gestionando con unas normas que son las de mayor calidad posible, evidentemente. El problema está en que estamos dentro de un sistema en el que hay que plantearse como es la gestión real por parte de la Administración. Nosotros proponemos la implantación de unas normas voluntarias, que suponen un plus, pero si ese mínimo no se hace bien será necesario reconducir las cosas de diferente forma.
¿Y cómo debería ser entonces esa gestión? ¿Está el problema en la dicotomía pública o privada?
Yo soy más partidario de la gestión pública, pero al ciudadano mientras le atiendan bien y mediante sus impuestos, le es indistinto. El problema no es 'pública o privada', sino que no existe flexibilidad en la gestión. Es muy difícil aplicar herramientas de gestión en un centro con unas estructuras muy rígidas, donde el personal es fijo y con puestos vitalicios, y donde la partida de los salarios ocupa casi todo el presupuesto. Todo ello deja muy pocas posibilidades para introducir conceptos de productividad. Para gestionar bien públicamente, lo que hace falta es poder gestionar, y para eso hace falta modificar el estatuto del personal sanitario, aplicar de verdad una gestión clínica que pueda producir ahorros. Al médico hay que darle una serie de parámetros, los jefes de las unidades o servicios deben ser nombrados por méritos, y no por cuestiones políticas, además de deber ser cargos temporales y renovables. Estos gestores deben tener autonomía para gestionar. En cuanto a los salarios, debe existir una base fija, pero también una productividad variable en torno a unos objetivos bien definidos. Está claro que en el sistema hay un exceso de gastos, hay repetición múltiple de consultas, de pruebas diagnósticas, hay una frecuentación de urgencias excesiva e innecesaria, hay un gasto farmacéutico excesivo, hay una hospitalización excesiva, el sistema de retribución tiene corruptelas, es decir, que para justificar un mal salario se hacen guardias que son excesivas y muchas veces también innecesarias, al igual que en el caso de las peonadas. Todo esto hay que corregirlo.
Y teniendo en cuenta toda esta complicada situación, ¿cómo es posible otorgar a un centro un sello de excelencia en la gestión? ¿Qué parámetros se evalúan?
Porque dentro de toda esta situación general, se gestiona lo mejor posible. No entramos a evaluar las retribuciones económicas, ni si los nombramientos de las jefaturas son cuestiones políticas, o son cuestión de méritos, todo eso son parámetros que están por encima. Las normas de la Fundación Ad Qualitatem lo que buscan es la calidad en la propia gestión, sin discriminar si el centro sanitario es público o privado. Se puede otorgar si cumple los requisitos a una clínica externa, a una clínica veterinaria, o a una clínica odontológica. Es posible buscar la excelencia en la gestión pero dentro de los parámetros a los que sabemos que está sometido.
¿Qué otros centros han sido algunos de los que han sido certificados por su excelencia el pasado año?
Dentro de la Comunidad de Madrid se puede destacar algunos como la Fundación Jiménez Díaz, el Hospital Clínico San Carlos, el Hospital de Parla, el Hospital de Valdemoro, el Infanta Leonor, etc. Fuera de Madrid ya tienen nuestro sello otros centros como el Hospital Clínico de Salamanca, la Clínica Vicente San Sebastián, etc. Lo que hemos conseguido este año es el asentamiento de la Fundación, su auténtica implantación, porque estos ocho años lo que hemos hecho es luchar por la introducción de la marca y de la gestión dentro del mundo sanitario. En este 2012 hemos dado ese salto cualitativo y cuantitativo.
De hecho han casi triplicado su actividad en este último año, ¿a qué cree que se debe?
La cuestión es que como he dicho antes nos estábamos consolidando, al hacerlo, ahora podemos impulsar mucho más la actividad. Nos hemos consolidado internamente, para ahora dar el salto más externamente. Supone por tanto un salto en dos sentidos, el primero el de lograr un equilibrio cero, es el primer año que logramos que no haya déficit. El otro es que estas certificaciones se expandan, y hemos avanzado también en ampliar el mercado hacia clínicas veterinarias, en el entorno privado de la Sanidad, o incluso en asociaciones de pacientes.
Habla del déficit, que precisamente es uno de los grandes problemas de la gestión, ¿cómo se consigue ese déficit cero para dar ejemplo de la calidad de su gestión interna?
Todo lo que se ha gastado en la implantación de la Fundación, en lograr que llegue a conocerse en el mundo sanitario, ya ha dejado de ser necesario, por lo que revierte finalmente en generar un cierto beneficio. La Fundación no pretende que sea ningún negocio, sino poder simplemente mantenerse por sí misma.
2012 también ha sido el año en que diversos centros se han certificado a través de normativas de nueva creación, ¿en qué consisten estas nuevas normativas?
Fundamentalmente ha sido la norma que se ha creado en colaboración con la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias, además de otra norma, que se registró a finales de 2012, que es la norma para clínicas de fisioterapia. También las de centros de mayores.
¿Qué ha supuesto esta norma en las clínicas de fisioterapia?
Hasta ahora no teníamos norma, y la labor que tenemos actualmente es certificarla y colocarla. Se ha elaborado esta norma en colaboración con los fisioterapeutas, y va a suponer una excelencia en la gestión y sobre todo una mayor eficiencia.
¿Para qué otros ámbitos de la Sanidad se están trabajando nuevas normas de excelencia?
Se está trabajando en conjunto con los podólogos para la creación de una norma para estos centros. Se está también preparando una norma para que dé cumplimiento a lo que va a ser una directiva europea sobre la Bioseguridad del Paciente. Se está iniciando todo el proceso, en el que habrá un comité de expertos que trabaje en el desarrollo de la misma.
En su agenda para este año también continúa el ciclo de conferencias sobre la calidad del sistema con diversos consejeros de Sanidad, ¿podría adelantarnos algo?
Ya realizamos anteriormente un ciclo sobre sostenibilidad del SNS en A Coruña, porque aunque no es nuestra norma, como ciudadanos también nos sentimos solidarios con esto, y por tanto, quisimos dar nuestra opinión. Para él contamos con la colaboración de la Real Academia de Medicina de Galicia, y con el apoyo de las autoridades sanitarias de la región. En esta ocasión, estamos inmersos en un ciclo sobre calidad, que comenzó en noviembre del año pasado, para implicarnos en esa línea más alta de entender que la norma es un plus, pero hace falta ir más allá, y eso depende de la propia Administración. En esa sostenibilidad y en esa calidad del sistema sanitario es en lo que estamos implicados a través de estos ciclos. En febrero estuvimos con el consejero de Castilla y León, está ya comprometido el consejero de País Vasco, también lo estaba Luis Rosado en Valencia antes de salir de su cargo, y esperamos que todos los consejeros pasen por este ciclo.
¿Cuál es el reto más a largo plazo de la Fundación?
Nuestro objetivo es ser una marca que sea conocida en todo el sector sanitario, que aquel centro o clínica que implante una norma pueda tener reconocida esa excelencia. Ese es el futuro al que aspiramos, ser líderes en el sector sanitario en este sentido, porque lo que ya somos es pioneros.