La disfonía es la alteración o pérdida del timbre normal de la voz que suele estar causada por un trastorno funcional u orgánico de la laringe. Esta dificultad para producir sonidos provoca que la voz suene débil, aguda o ronca. Su extremo máximo es la afonía o pérdida total de la capacidad de hablar. La principal recomendación es mantener reposo de la voz, porque incluso susurrar o carraspear puede provocar un aumento de la inflamación de la laringe.
La Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) indica que la disfonía es un motivo de consulta frecuente en los centros de salud y se presenta con múltiples etiologías. Para filiar su origen es fundamental realizar una buena anamnesis sobre el inicio, los factores desencadenantes y la evolución durante el día. Asimismo, otros datos de interés para realizar la historia clínica pueden ser si el paciente es fumador, consume corticoides inhalados, tiene síntomas acompañantes, antecedentes profesionales y cómo usa la voz.
La causa más frecuente de la disfonía es la laringitis, que suele estar provocada por un resfriado común vírico o bien por un esfuerzo o mal uso de la voz, según informa la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Además, otros motivos, aunque menos frecuentes, son el contacto con sustancias irritantes, el consumo de tabaco y alcohol o el reflujo gástrico. En otras ocasiones la inflamación de la laringe puede proceder de una lesión de las cuerdas vocales, como nódulos, granulomas de contacto o pólipos. Una forma de disfonía fisiológica es el cambio de voz que se produce en el hombre entre los 15 y los 18 años, aproximadamente.
Las principales recomendaciones de la semFYC para pacientes con disfonía son:
- Guardar reposo de la voz durante varios días, hasta que la recuperación sea completa. Incluso hablar a susurros, intentar aclarar la voz o carraspear puede aumentar la inflamación de las cuerdas vocales.
- No consumir tabaco, bebidas alcohólicas ni comidas picantes.
- Beber líquidos a sorbos con mucha frecuencia.
- Evitar ambientes cargados de humo, polvo o gases de productos irritantes.
- Mantener la habitación con una temperatura agradable, usar un humidificador.
- Intentar reducir o evitar las situaciones de estrés, falta de sueño o tensión.