La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el mundo hay alrededor de
2,8 millones de personas diagnosticadas con esclerosis múltiple. Para la Dra. Ana Belén Caminero, coordinadora del Grupo de Estudio de
Esclerosis Múltiple y Enfermedades Neuroinmunológicas Relacionadas (GEEMENIR) de la
Sociedad Española de Neurología (SEN) y Jefa de la Sección de Neurología del Complejo Asistencial de Ávila, “tiempo es cerebro en esta enfermedad, como en otras muchas enfermedades neurológicas. La
detección y diagnóstico precoces son fundamentales para modificar el curso a medio y largo plazo de esclerosis múltiple”. Así, explica en la entrevista las necesidades de los pacientes, los nuevos tratamientos y cuál será el futuro en la investigación de esta enfermedad.
Para contextualizar acerca de la esclerosis múltiple, ¿qué incidencia tiene esta enfermedad en nuestro país?
Los datos que determinan la incidencia de la esclerosis múltiple varían dependiendo de las poblaciones o zonas geográficas estudiadas. En este sentido, los datos más recientes arrojan una incidencia de entre 3-4 nuevos casos por cada 100.000 habitantes al año. La incidencia está aumentando, sobre todo en las mujeres. Además, recalcar que
la forma evolutiva más frecuente es la remitente-recurrente -forma de inicio en más del 80 % de los casos.
La esclerosis múltiple se puede manifestar y evolucionar de forma diferente en cada persona. En este sentido, ¿qué impacto puede tener en los pacientes?
Dentro de las limitaciones físicas destacan las dificultades para la movilidad de las extremidades inferiores, problemas para la movilidad de brazos y manos, limitaciones visuales, trastornos del equilibrio, trastornos sensitivos en forma de acorchamiento, dolor neuropático, trastornos del control esfinteriano, etc. Y en el caso de las limitaciones cognitivas, los pacientes tienen problemas sobre todo en la velocidad o capacidad de procesamiento de la información, problemas de memoria reciente, dificultades de organización y planificación del tiempo, etc.
Teniendo encuentra este impacto, ¿qué necesidades reclaman los pacientes hoy en día?
A nivel médico las personas con esclerosis múltiple desean una atención neurológica precoz y de calidad, así como una atención integral, en equipos multidisciplinares, que cubra todas las demandas médicas que la enfermedad va generando. No solo de atención neurológica, sino también oftalmológica, urológica, de rehabilitación y fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional, neuropsicológica, psiquiátrica, planificación familiar, etcétera. Por otro lado, a nivel laboral y social reclaman
más visibilidad, más ayudas sociales (discapacidad, dependencia, y otras)
y adaptaciones en el medio laboral para poder mantener su trabajo.
¿Hay necesidades entonces que no están cubiertas?
Sí, estas tienen que ver con tratamientos que frenen la progresión de la discapacidad, terapias de remielinización y regeneración celular, tratamientos con impacto importante en el deterioro cognitivo, programas de rehabilitación física y cognitiva mantenidos en el tiempo.
Siguiendo la línea de la necesidad de nuevos tratamientos que cubran estas necesidades, ¿qué líneas de investigación se están llevando a cabo en la actualidad?
Las principales líneas estratégicas de tratamiento actuales están centradas en un grupo de fármacos, inhibidores de la tirosina kinasa de Bruton que, por un lado, inhiben la actividad de los linfocitos B y, por otro, afectan también en la inmunidad innata, lo que se puede traducir en un efecto terapéutico, no solo en la inflamación, sino también en la progresión de la enfermedad.
Están en investigación otros tipos de terapias como células CAR-T anti-CD20, células dendríticas autólogas tolerogénicas, vacunas frente a péptidos de la mielina, y otras. Y además de estas nuevas líneas de investigación,
se sigue trabajando en optimizar los tratamientos ya disponibles frente a dianas clásicas, mejorando sus perfiles farmacocinéticos y farmacodinámicos, y consiguiendo mejores resultados terapéuticos en distintos parámetros tanto físicos como cognitivos.
En estos tratamientos, ¿cuán importante es prevenir el impacto en el cerebro, la atrofia cerebral o el deterioro cognitivo, ya que es algo que se manifiesta desde el principio de la enfermedad?
La atrofia cerebral es la vía final común de todo el daño que se produce en el sistema nervioso central.
Se trata de la manifestación de la enfermedad en el principal órgano diana que es el cerebro, y a nivel patológico se relaciona con la desmielinización, la degeneración axonal, el daño neuronal y la gliosis. El grado y la tasa de atrofia cerebral a lo largo del tiempo correlacionan con la discapacidad física y cognitiva en estos pacientes.
Los fármacos que consiguen ralentizar la atrofia cerebral, independientemente de su mecanismo de acción, van a conseguir mejoras a corto, medio y largo plazo tanto en los aspectos físicos como cognitivos. De ahí que, en los ensayos clínicos de nuevos fármacos, la atrofia cerebral (pérdida progresiva de tejido cerebral) es uno de los parámetros que se evalúa junto con el control de brotes, de lesiones en Resonancia Magnética y de reducción de la progresión de discapacidad, entre otros. Hay fármacos que han demostrado un efecto importante en ralentizar la atrofia cerebral que también producen mejoras cognitivas en estos pacientes.
Por último, para conseguir todos los avances que se requieren, ¿cómo deberían trabajar las instituciones, empresas u otros organismos?
Es importante apoyar la investigación para conseguir mejores fármacos y mejor control de la enfermedad. Dicha investigación debe hacerse desde muchos puntos de vista, y de forma colaborativa. Se debe trabajar para desarrollar fármacos más eficaces, pero también se debe trabajar en mejorar la calidad de vida de estos pacientes con estrategias multidimensionales que en ocasiones tienen más que ver con una buena organización sanitaria que con avances científicos a gran escala.
Entrevista proporcionada por Cícero Comunicación.