La transformación digital del Sistema Nacional de Salud (SNS) está en marcha pero, pese al gran esfuerzo, aún queda mucho camino por recorrer. Un camino en el que el Ministerio de Sanidad debe jugar un papel muy importante y donde
las Comunidades Autónomas deben cooperar más que nunca. Es una de las principales reflexiones que se pusieron sobre la mesa de la primera mesa de debate del XXVI Congreso Nacional de Informática de la Salud 2023 que se celebra estos días en Madrid.
En esta nueva edición de
Inforsalud 2023 en la que se dan cita anualmente profesionales de las TIC y de la Salud se ha puesto el acento en el impacto de la Estrategia de Salud Digital del SNS para el avance del sistema sanitario.
Una estrategia que se asienta en cuatro pilares fundamentales: la equidad y sostenibilidad del sistema, la autonomía del paciente, la capacitación de los profesionales sanitarios y la medición de resultados, tal como ha recordado Noemí Cívicos, directora general de Salud Digital y Sistemas de Información en el SNS y moderadora de la mesa de debate.
Tras quince meses desde su puesta en marcha, la representante ministerial destacó que ahora toca “comunicar a los profesionales y a los pacientes
los beneficios que les va a reportar esta transformación digital”. La cuestión es cómo hacerlo.
Formación digital
El viceconsejero de Asistencia Sanitaria, Planificación y Resultados en Salud de Castilla y León, Jesús García-Cruces, pese a alabar la Estrategia Digital del SNS de la que dijo
“es potente y bien diseñada”, señaló algunas medidas necesarias para su implantación real.
En este contexto, planteó varios pilares clave sobre los que trabajar:
formación continuada de los profesionales,
políticas regulatorias que garanticen una seguridad jurídica suficiente, y
mejorar la accesibilidad y seguridad de los pacientes. Tampoco hay que olvidar –indicó– la herencia tecnológica y la renovación de los entornos que pueden ser un lastre para la completa
transformación digital.
Como soluciones, el representante castellanoleonés señaló diferentes actores sobre los que actuar empezando por los usuarios y los profesionales sanitarios para quienes dijo que hay que ofrecer herramientas que les permitan ser
más ágiles y acortar los tiempos de asistencia. De la Administración, el tercer actor sobre el que trabajar, García-Cruces hizo autocrítica y destacó que “a veces es el eslabón más débil y sobre el que hay que hacer más esfuerzo”. En ese sentido, hizo hincapié en que todavía
no se integran los procesos completos, no hay interoperabilidad suficiente y los medios intermedios no tienen formación suficiente.
Cambios normativos e inversión
Concha Andrés Sanchis, secretaria autonómica de Eficiencia y Tecnología Sanitaria de la Consellería de Sanitat valenciana, destacó que “la gran inversión realizada ha supuesto un gran impulso para la salud digital”. No obstante, el principal objetivo de adaptarse a las necesidades de los pacientes y mejorar la calidad asistencial
se puede ver lastrado por la resistencia al cambio, aseguró.
Para evitarlo, Andrés coincidió con García-Cruces al señalar la necesidad de establecer cambios normativos que ayuden a
adaptación de los procesos, así como ofrecer
formación a los profesionales “de manera que se asegure la implantación digital efectiva”.
Asimismo, recalcó la importancia de contar con el compromiso de una inversión pública suficiente, la máxima cooperación entre las regiones, impulsar la formación e implicación de los profesionales, cambiar los protocolos existentes y lograr una fórmula para
reducir la burocracia administrativa y ser más rápidos en la implantación. “Hay que ser conscientes de que las TIC avanzan muy rápido y nosotros no, y eso hay que revertirlo”, concluyó.
Indicadores de satisfacción
Otro de los aspectos abordados en la mesa de debate se centró en los indicadores a tener en cuenta para valorar la implantación de la transformación digital. En este sentido, se apuntó la necesidad de contar con nuevos indicadores capaces de
medir la satisfacción tanto del paciente como del profesional sanitario.
A este respecto, el viceconsejero de Castilla y León apuntó que “es esencial utilizar
indicadores homogéneos en todas las regiones”. En este campo, instó al Ministerio de Sanidad a promover estándares de calidad que permitan comparar esos indicadores por territorios siguiendo los modelos anglosajones.
Por su parte, la secretaria valenciana, apuntó que también se debe
considerar como indicador el nivel de humanidad contemplado en la estrategia digital. “Hay que terminar con la eterna queja de los pacientes que sienten que el médico mira más al ordenador que a ellos”. Finalmente, destacó la importancia de valorar la equidad en el acceso con la renovación de los equipos y los procesos.
El impaciente activo
En el debate también participó Jesús Galván Romo, vicepresidente de SEIS quien
introdujo el concepto de ‘impaciente activo’, una figura que se debe gestionar a la hora de pensar cómo abordar la gestión del cambio hacia lo digital. “Un paciente impaciente por curarse, un profesional impaciente por su compromiso profesional, un gestor impaciente por hacer bien su trabajo y unos proveedores impacientes por aportar valor al sistema”, explicó.
Galván también hizo una llamada de atención a no abandonar la vigilancia epidemiológica activa puesta en marcha con el COVID y “a terminar con los viejos contratos entre
viejos actores que usan poco de lo digital y del riesgo compartido tan necesario” dijo. “Son riesgos que están ahí y que no nos podemos permitir en el proceso de transformación digital –aseveró– por lo que debemos adelantar infraestructuras del conocimiento y abandonar aquello que no aporte valor”.
Adaptarse a todas las regiones
García-Cruces también quiso poner el acento sobre las poblaciones en las que va a resultar más difícil la llegada de lo digital. En la región a la que representa, “este reto está hipertrofiado al tener que implantarse en una población más envejecida, con más cronicidad y mayor dispersión geográfica que la media del resto de España”. Estas diferencias –subrayó el viceconsejero–
condicionan la oferta pública, el despliegue y la usabilidad de las TIC al servicio del paciente y del profesional y se deben tener en cuenta en la implantación de la estrategia digital.
