Uno de cada ocho menores de 18 años presenta trastornos mentales y uno de cada cinco padecerá a lo largo de su vida un problema de desarrollo emocional de la conducta, según las conclusiones del 'Libro Blanco de la Psiquiatría del Niño y el Adolescente', patrocinado por la Fundación Alicia Koplowitz, presentado en Madrid.
La prevalencia de estos trastornos, que desmitifica la falsa creencia de que estas patologías no son frecuentes en los menores, sumado a la necesidad de una asistencia regular en todas las comunidades autónomas, docencia, investigación, relación con asociaciones, etc., han sido los motivos principales que han empujado a elaborar este manual del que se extraen doce recomendaciones y áreas de mejora para el futuro de la Psiquiatría en el niño y el adolescente.
Patologías prevalentes
Los principales grupos de patologías son los trastornos del desarrollo neurológico (discapacidades intelectuales, trastornos de la comunicación, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, trastorno específico el aprendizaje, trastornos motores y otros), el espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, el trastorno bipolar y los relacionados con la depresión, la ansiedad, la alimentación el sueño y el estrés entre otros. La depresión, por su parte, está clasifica como la causa más importante de discapacidad en el mundo.
Pese a la prevalencia y la creciente importancia de la Salud Mental, el manual ha detectado grandes diferencias en cuanto a la distribución de recursos (especialmente humanos) entre las CC.AA. Por otro lado, la falta de perfiles profesionales específicos representa una importante barrera para ofrecer tratamiento y atención.
Por ello, entre otros aspectos, el libro apunta a la constitución y acreditación de la especialidad en Psiquiatría del Niño y el Adolescente. En este sentido, el doctor Celso Arango, jefe de Psiquiatría del Niño y el Adolescente del Hospital Gregorio Marañón, ha destacado la importancia de que el Real Decreto de Troncalidad, que está elaborando el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad establezca la Psiquiatría Infantil como una especialidad y que asegure un mínimo de formación de dos años -'aunque lo ideal serían tres'-, en vez de los cuatro meses actuales. La dotación de estructuras y recursos a las Redes autonómicas de Psiquiatría del Niño y el Adolescente, el fomento de la prevención y promoción de la Salud Mental, la coordinación entre los colectivos implicados o la homogenización y definición de funciones de los perfiles profesionales así como la mejora de los sistemas de información y el registro de datos son algunos de los aspectos de mejora que recomienda el manual.
Distribución por comunidades
Las autonomías con el mayor índice de nuevos pacientes atendidos son Castilla y León (16,84), Navarra (16,60, incluyendo las posibles duplicidades), Extremadura (16,22) y la Comunidad de Madrid (15,60). Por volumen de actividad ambulatoria son Cataluña (286), Navarra (242,68) y País Vasco (186,58) las comunidades que tienen el mayor volumen.
En cuanto a las regiones que cuentan con asistencia para niños y adolescentes hasta los 18 años, el libro ha observado que sólo cuentan con ella Andalucía, Aragón, Islas Baleares, Islas Canarias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Cataluña, País Vasco, Extremadura, La Rioja y la Comunidad de Madrid. Por su parte, Asturias, Galicia, Murcia y Navarra limitan hasta los 16 años esta asistencia y, la Comunidad Valenciana hasta los 14 años. 'Esto refleja la necesidad de que se implanten programas de transición al colectivo de los adultos, porque parece que cuando uno cumple 18 años se queda desamparado debido a que no se hace una buena derivación', ha recalcado el Arango.
Falta de estrategia
El director de la Cátedra Fundación Alicia Koplowitz-UCM de Psiquiatría del Niño y Adolescente ha advertido de que no todas las CC.AA. tienen una estrategia específica común implantada y vigente para abordar este tipo de patologías, y ha señalado que Aragón, Cantabria, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y las Islas Baleares tienen estrategias que ya están finalizadas y 'sin continuidad'. También ha recordado que 'hay regiones que cuentan con 2 psiquiatras infantiles por cada 100.000 menores de 18 años, cuando lo que recomiendan los estándares internacionales son al menos 14 psiquiatras infantiles por cada 100.000 adolescentes de hasta 18 años y ninguna cumple con esta recomendación'.
Una década mejorando
Celso Arango ha señalado que, pese a los datos, la calidad asistencial 'va a mejor'. 'Seguimos muy lejos en cuanto a los estándares internacionales pero hay una mejoría clara en la última década', ha afirmado. Cataluña, Navarra y el País Vasco, son, a su juicio, las comunidades con una estrategia más clara de intervención y con las que se ha podido trabajar más fácilmente en cuanto a la recolección de datos. En este sentido, tanto el psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón como Tomás Montalbán, de PwC, han querido matizar que la diferencia de datos en cuanto a la prevalencia entre unas comunidades y otras puede estar contaminada por una falta de calidad en la recogida de información de las propias autonomías. 'No hay ninguna explicación epidemiológica o biológica que justifique estas diferencias', ha asegurado Arango.
Sufridores silentes
Durante el encuentro, el director de la Cátedra ha subrayado la necesidad de que padres y educadores detecten los problemas mentales en los menores y acudan al médico de atención primaria, al pediatra (según la CC.AA.) o al especialista para que realice un diagnóstico y administre un tratamiento adecuado ya que se calcula que el 70 por ciento de estos trastornos en la edad adulta tienen su origen en las primeras etapas de la vida. 'La mayor parte de los trastornos mentales que aparecen en la etapa adulta tienen su origen en la infancia y la adolescencia. E incluso antes ya que muchos de ellos son consecuencia de un desarrollo anormal del cerebro debido a complicaciones en el embarazo o en el parto. Si realmente queremos prevenir y detectar precozmente las enfermedades mentales debemos hacerlo también en esas etapas de la vida'. Aún así, ha apuntado al estigma de estas enfermedades como una de las barreras principales para la prevención y el tratamiento acentuándose cuando 'es el niño el que tiene el problema y el padre el que decide. Por miedo, vergüenza o desconfianza impiden que se beneficie de una intervención que puede ser beneficiosa para él. Por eso es imprescindible la buena información y recordar que los trastornos mentales no solo existen en la infancia y la adolescencia, sino que además tienen tratamiento y tienen un mejor pronóstico a corto y largo plazo'.
Arango ha destacado el peso de la crisis en los menores, 'sufridores silentes' del estrés o la situación de precariedad laboral que sufren algunas familias y las consecuencias que puede tener ello en su Salud Mental.