El estudio y tratamiento del dolor infantil supone un desafío para los profesionales sanitarios implicados. A la dificultad para valorar el dolor en los pacientes más pequeños, se unen las consecuencias que puede tener para la vida adulta y que se traducen en futuras discapacidades. “Se ha estimado que entre la
mitad y tres cuartos de los adolescentes con dolor crónico se convertirán en adultos con dolor crónico si no se tratan”, así lo ha destacado el Dr. Pablo Ingelmo, director del Centro interdisciplinar de dolor complejo pediátrico ‘Familia Edwards’ del Montreal Children’s Hospital de Canadá, durante su intervención en la
5ª Jornada Nacional sobre Dolor Infantil.
La
jornada, organizada por la
Fundación Grünenthal, ha tenido lugar en formato virtual. Además, ha sido coordinada por el Dr. Jordi Miró, director de la
Cátedra de Dolor Infantil de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) y coordinador de la
Red Española de Investigación en Dolor Infantil (REDIN); y el Dr. Francisco Reinoso-Barbero, jefe de
Servicio de Anestesiología-Reanimación Infantil del Hospital Universitario La Paz (Madrid).
En el evento se ha destacado que, para mejorar el diagnóstico y tratamiento del dolor infantil, es necesario reconocer esta problemática e involucrar a profesionales sanitarios de diferentes especialidades. Por ello, ha estado dirigida al personal sanitario implicado en el tratamiento del dolor infantil.
Avances en el tratamiento del dolor
La sesión ha contado con notables intervenciones, como la del Dr. Ingelmo, quien se ha centrado en los ‘avances en el tratamiento del dolor crónico postquirúrgico infantil’.
Según Ingelmo, este tipo de dolor “es la
complicación más frecuente en muchas especialidades quirúrgicas de niños y adolescentes”. Además, ha señalado que la prevalencia entre seis y doce meses después de la cirugía es “entre 10 y 20% entre los pacientes pediátricos” y, en aproximadamente la mitad de los casos, este dolor afecta negativamente a la salud de los pacientes.
A la hora de combatir este problema en los menores, el especialista ha manifestado que el paso más importante ha sido el reciente
reconocimiento del dolor crónico postquirúrgico como una entidad clínica. “Fue incluido recientemente en 2019 como parte de la Clasificación Internacional de Enfermedades como resultado de una colaboración entre la
Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, ha explicado. De este reconocimiento se ha derivado, según ha proseguido, una mejora en la prevención, al poderse detectar los pacientes de riesgo y establecer programas de diagnóstico temprano para prevenir la invalidez asociada al dolor.
Incidencia de la dolencia
En el caso concreto del dolor infantil postquirúrgico, el Dr. Ingelmo habla de que el primer paso debe ser reconocer que es un problema muy frecuente y serio. “La incidencia de dolor crónico pediátrico en España y en el mundo desarrollado varía entre el 20 y el 35% en niños y adolescentes”, ha señalado en la jornada.
“Las consecuencias a largo plazo de sufrir dolor crónico en la infancia y la adolescencia incluyen discapacidad funcional, calidad de vida, aislamiento social, deterioro académico definido por ausencias frecuentes a la escuela y disminución del éxito académico, deterioro del rendimiento deportivo y resultados psicológicos adversos, como depresión significativa, ansiedad y alteraciones del sueño”, ha detallado el especialista, quien ha incidido en la idea del alto coste que tienen para la sociedad las futuras discapacidades que se generen de estas situaciones.
Asimismo, el experto ha explicado que el
dolor infantil se divide en agudo –postoperatorio, o postraumático, asociado a un evento agudo–, y en dolor crónico o recurrente, que es aquel que dura más de tres meses.
Adolescentes con dolor crónico, adultos con mismo problema
Según ha destacado el Dr. Ingelmo, se estima que tres de cada cuatro adolescentes con dolor crónico seguirán padeciéndolo de adultos si no se tratan. Por ello, ha incidido en la importancia de formar pediatras y médicos de familia para que reconozcan, prevengan y traten los casos más simples de dolor infantil, reservando la derivación para casos más complejos.
“En general, los equipos dedicados al dolor crónico infantil incluyen pediatras, anestesistas, neurólogos, oncólogos, especialistas en cuidados paliativos y médicos de familia como líderes de equipo. Los equipos multidisciplinares también incluyen farmacólogos, enfermeras, fisioterapeutas, psicólogos, trabajadores sociales, maestros y profesionales de las terapias ocupacionales complementarias”, ha añadido el especialista.