Los pacientes con sensibilización central suelen tener un cuidado especial con la alimentación, porque hay muchos alimentos que no toleran o digieren mal. Por ello, deben acudir a un especialista en Nutrición que les paute una dieta equilibrada y bien balanceada en cuanto a nutrientes. Amaya Flores Amondarain, licenciada en Medicina y especialista en Nutrición, explica que “hay evidencia clara respecto a que los pacientes con enfermedades multisistémicas tienen un desorden inmunológico que genera hipersensibilidad a muchos tóxicos medioambientales y alimentarios que en personas sanas no se produce; de ahí la importancia de que la alimentación en estos pacientes esté libre de aditivos y colorantes y que, además, forme parte del tratamiento multidisciplinar como herramienta terapéutica”.
Las personas diagnosticadas de síndrome de sensibilidad química múltiple a menudo tienen también fibromialgia o síndrome de fatiga crónica, enfermedades consideradas como multisistémicas por la implicación global de varios sistemas (digestivo, respiratorio, neurológico, musculoesquelético…).
Una buena salud intestinal es imprescindible para mejorar la hipersensibilidad de estos pacientes a la mayoría de los tóxicos alimenticios y ambientales. En la mayoría de los casos hay una alteración de la permeabilidad intestinal que genera a su vez depresión inmunológica y un deterioro en la capacidad del hígado para detoxificar. De ahí que sea necesario evitar aquellos alimentos que afectan a intestino e hígado, sobre todo azúcar y grasas saturadas (carnes rojas, embutidos, queso).
Sensibilidad anormal a los xenobióticos
Parece que hay una correlación entre la capacidad del organismo para detoxificar sustancias xenobióticas y la presencia de determinadas enfermedades crónicas, como la sensibilización central, en la que parece que hay una sensibilidad anormal a los xenobióticos. La palabra xenobiótico procede de ‘xeno’ o extraño y ‘bio’, que significa vida. “Los xenobióticos son compuestos tanto naturales como sintéticos a los que estamos expuestos y que nuestro organismo metaboliza y acumula pudiendo ser sus efectos muy peligrosos para la salud. Se utilizan en química orgánica, generalmente en la industria, en plásticos, pinturas, alimentos, medicamentos, combustibles, cosméticos, cigarrillos, envases, etc.; es decir, estamos constantemente expuestos a ellos. Generalmente son compuestos lipofílicos, atraviesan las membranas biológicas con facilidad. De esta forma, son de difícil excreción y tienden a acumularse en las grasas”, explica la Dra. Amaya Flores.
Productos químicos
En la producción de alimentos se utilizan abonos químicos, pesticidas, herbicidas, hormonas y antibióticos, mientras que en su elaboración se emplean también nitratos, fosfatos y aditivos (antioxidantes, potenciadores del sabor, emulsionantes, colorantes, conservantes y vitaminas de síntesis). Los pesticidas actúan destruyendo enzimas indispensables para la respiración celular. Son liposolubles, por lo que se acumulan en todas las grasas del cuerpo, pero sobre todo en las partes nobles de hígado, riñones, sistema nervioso y aparato reproductor.
Por el contrario, “los alimentos ecológicos están libres de abonos químicos y aditivos y, por tanto, no generan toxicidad orgánica y son biocompatibles con nuestro organismo; es decir, que son procesados por nuestras propias células sin causar modificaciones enzimáticas ni genéticas, que a la larga ocasionan el desarrollo de patologías multisistémicas”, indica Amaya Flores.
Un especialista en Nutrición debe pautar una dieta equilibrada al paciente con sensibilización central
Amaya Flores explica que las personas con sensibilización central suelen tener especial cuidado con la alimentación, porque hay muchos alimentos que no toleran o digieren mal
Eva Fariña
18 de junio 2018. 10:04 am