El dolor crónico supone tener una enfermedad duradera en el tiempo y sin curación, lo que hace necesario un buen control que permita al paciente mantener una calidad de vida aceptable. Un control del dolor que debe pasar por una valoración adecuada, un abordaje temprano sin dejarse llevar por la inercia terapéutica, y una mayor escucha del paciente que derive en su implicación formal en el manejo de su dolor.
Estas han sido las principales conclusiones de una mesa de trabajo sobre el ‘Tratamiento temprano del dolor crónico’, celebrada recientemente en Zaragoza, y en la que han participado cinco especialistas de diferentes ámbitos: Atención Primaria, Unidades del Dolor y Rehabilitación.
Todos los profesionales han coincidido en que, hoy en día, se ha evolucionado mucho en el tratamiento del dolor, se trata mejor y con más medios; y se le da más protagonismo al paciente, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. Abordar el dolor desde el principio, de la manera más rápida posible, más efectiva y más específica, evitando la inercia terapéutica, e implicar al paciente en su control y manejo fomentando su adherencia terapéutica son alguna de las claves, aseguran.
En ese camino que hay por delante, el doctor Pedro Cía, adjunto en la Unidad del Dolor del Hospital Universitario Lozano Blesa, en Zaragoza, reclama “una remodelación del sistema en la que el paciente no vaya rotando de un servicio a otro para que le traten el dolor”. Para ello, aboga por unidades del dolor multidisciplinares en las que los equipos tengan clara una línea de abordaje para los distintos tipos de dolor y pacientes.
En este sentido se pronunció también el doctor José Antonio Sánchez, responsable de la Unidad del Dolor del Hospital Miguel Servet, en la capital del Ebro, quien subrayó la necesidad de incorporar a especialistas en Psicología y/o Psiquiatría específicos en estas unidades. “Unidades multidisciplinares con terapias establecidas que cuenten con dotaciones suficientes para tratar el dolor crónico. Hoy en día estas unidades son estructuras muy débiles en las que no hay criterios claros de derivación de los pacientes y se les revisa cada tres o cuatro meses”, especificó.
Ahondando en esta argumentación, Pedro Cía compartió una experiencia vivida en su Unidad en la que un psiquiatra, que hizo ahí la rotación, concluyó que se podrían hacer grupos de terapia con diferentes pacientes que podrían ser positivos y beneficiosos, tanto para los que presentaban componentes psicosomáticos como para los que arrastraban un gran sufrimiento con un dolor durante años para los que la Psiquiatría no tiene respuesta.
“En definitiva, fue una experiencia muy bien valorada tanto por los profesionales médicos como por los pacientes y sus familiares, lo que pone de manifiesto que esta multidisciplinariedad en las Unidades de Dolor no solo funciona en la teoría, sino también en la práctica; y que el paciente con dolor crónico precisa un apoyo muy específico con una terapia establecida”, explicó Cía.
Inercia terapéutica
Pese a esa creciente necesidad de mejorar las Unidades del Dolor, los facultativos coincidieron en que es fundamental una mayor formación de los profesionales en el abordaje del dolor crónico, en especial en Atención Primaria, ya que es la principal puerta de entrada.
La doctora María Amparo Santamaría, especialista en Rehabilitación y Medicina Física en el Centro de Especialidades Grande Covián, en Zaragoza, puso de manifiesto que hay un gran desconocimiento y una falta de sensibilidad de algunos profesionales en el tratamiento del dolor. “Si queremos evitar la cronificación, no se puede dar café para todos”, dijo.
En ese contexto, el doctor Jorge Carmaniu, médico de familia en el Centro de Salud de Hijar, subrayó que es esencial “valorar adecuadamente cada dolor con las herramientas adecuadas y, sobre todo, evitar la inercia terapéutica”, es decir, la falta de inicio o intensificación del tratamiento cuando está indicado. “Para ello la formación de los médicos es esencial y, a día de hoy, muy mejorable para saber hasta dónde puedes tratar y cuándo debes derivarlo”, indicó.
En el mismo sentido, el doctor Daniel Escribano, especialista también en Medicina Familiar en el Centro de Salud Oliver de Zaragoza, resaltó que “los profesionales deben ser más incisivos y tratar el dolor crónico desde el primer momento y de forma individualizada para mejorar la calidad asistencial”, pero recalcó que esto puede resultar complicado con el escaso tiempo que se tiene en las consultas y la presión asistencial, “en especial, en pacientes mayores, con más patologías y otros fármacos de base”.
Según los datos que maneja la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN),el dolor es la segunda causa de consulta en las consultas de los centros de salud. El crónico, específicamente, es considerado una verdadera enfermedad y la principal causa de sufrimiento y discapacidad, de ahí la importancia de la formación continuada de estos profesionales.
Para ello, los cinco especialistas coincidieron en que se deben crear planes de estudio específicos o incluir el tratamiento del dolor como una asignatura dentro de la formación médica. El doctor Escribano añadió que, además, se deben clarificar las funciones intervencionistas de las Unidades de Dolor que les permita establecer un flujo correcto de derivación de los pacientes, “lo que evitará embudos asistenciales”, indicó.
Falta de compromiso y efecto nocebo
Otra de las claves de la mesa de trabajo se centró en la implicación del paciente en el manejo de su propio dolor. Los cinco componentes de la mesa de trabajo destacaron que el dolor crónico se debe tratar desde el principio y a dosis altas para frenarlo, pero también son importantes las medidas no farmacológicas como el ejercicio, medidas higiénico-dietéticas y el cambio de hábitos de vida. “El paciente tiene que poner más de su parte porque, por mucho que hagamos los médicos, si ellos no se implican no hay nada que hacer”, arguyó el doctor Sánchez.
En ese sentido, el doctor Cía puso sobre la mesa un problema acuciante sobre el movimiento y la presión social que estamos viviendo de “rechazo a la medicación”. “Si a esto le sumamos la falta de adherencia y el efecto nocebo, es decir, el empeoramiento de los síntomas del paciente ante su expectativa, consciente o no, de efectos secundarios de los medicamentos, estamos ante una situación complicada”, aseveró. Una realidad que se contrapone a otra: “al curar el dolor, el paciente tiene menos efectos secundarios”, observó Santamaría, la especialista en Rehabilitación.
Para Pedro Cía, este efecto nocebo está provocado, en gran medida, por “el exceso de información a la que tiene acceso hoy el paciente a través de internet que le lleva a enfrentarse a una selva informativa y a una enorme presión social”. Por eso, “los médicos estamos obligados a ofrecer información médica seria, a recomendar webs, apps y artículos que realmente sean fiables y le puedan aportar un criterio con base científica”, aseveró el doctor Sánchez.
En cuanto a la adherencia terapéutica, y por aportar algunos datos de referencia, Escribano compartió los datos de un estudio presentado en el primer Congreso Nacional Médico & Farmacéutico, celebrado en febrero, que refieren que: de cada 36 pacientes polimedicados que entra en la farmacia, solo 7 son adherentes al tratamiento.
El mencionado estudio revela que el 31% no retira la medicación prescrita, de los que sí lo hacen, el 49% olvida tomar la medicación; el 24% toma una dosis menor de la prescrita y el 29% deja de tomar la medicación una vez iniciado el tratamiento.
En esta mesa de trabajo han intervenido los doctores: Jorge Carmaniu Tobal, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Salud de Hijar (Zaragoza); Pedro Cía Blasco, especialista en Anestesia y Reanimación, adjunto de la Unidad de Dolor del Hospital Universitario Lozano Blesa, en Zaragoza; Daniel Escribano Pardo, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria del Centro de Salud Oliver, en Zaragoza; José Antonio Sánchez Tirado, especialista en Anestesia y Reanimación, responsable de la Unidad de Dolor del Hospital Miguel Servet, en Zaragoza; y María Amparo Santamaría Torroba, especialista en Rehabilitación y Medicina física en el Centro de Especialidades Grande Covián de Zaragoza.
Un tratamiento temprano y una mayor implicación del paciente, claves en el abordaje del dolor crónico
En una mesa de trabajo, celebrada en Zaragoza, cinco especialistas de Atención Primaria, Unidades del Dolor y Rehabilitación han debatido sobre el ‘Tratamiento temprano del dolor crónico’
Mónica M. Bernardo
10 de mayo 2019. 10:29 am