Entre el 50 y el 55 por ciento de la población adulta en España presenta niveles elevados de colesterol y una gran mayoría desconoce que tiene ese problema. La
prevención primaria se refiere a la que se lleva a cabo en personas sanas y es la principal herramienta para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares en la población general.
Por lo tanto, en la práctica clínica diaria para realizar una correcta
prevención primaria se deben aplicar medidas no farmacológicas y farmacológicas dirigidas a evitar o retrasar la enfermedad aterosclerótica cardiovascular, antes de que se haga clínicamente evidente.
La aproximación clínica para la
prevención primaria está basada en la estrategia que recomienda cambios en el
estilo de vida, entre los que se incluyen reducción de la ingesta de grasas saturadas y de colesterol, aumento de la actividad física y control del peso para reducir los niveles de colesterol y el
riesgo de enfermedad coronaria.
Uno de los objetivos de la prevención primaria es reducir el riesgo a largo plazo (> 10 años) así como el riesgo a corto plazo (10 años).
Objetivos marcados
Los objetivos sobre el cLDL dependen del riesgo absoluto, pero los valores a conseguir deben ser lo más bajos posibles cuanto mayor es el riesgo.
La
enfermedad cardiovascular es una importante causa, no solo de mortalidad, sino también de morbilidad, y se considera la primera causa de muerte e invalidez.
En las últimas décadas, han aumentado ciertas enfermedades metabólicas, estrechamente ligadas a cambios en el
estilo de vida, con mayor presencia del sedentarismo y una dieta incorrecta. Eje central de esos cambios es el síndrome metabólico, que aumenta el
riesgo cardiovascular, altera la calidad de vida e incrementa el gasto sanitario. Por eso, se considera la epidemia del siglo XXI.
La prevalencia del síndrome metabólico en la población general es de entre el 15 y 40%, y afecta al 42% de mujeres y un 64 % en hombres.
Pautas preventivas
La experiencia clínica ha demostrado que el tratamiento con
estatinas en
prevención primaria y
secundaria es eficaz para reducir el riesgo de morbimortalidad cardiovascular.
Las guías de la Sociedad Europea de Cardiología recomiendan el tratamiento con
estatinas en todos los pacientes con enfermedad coronaria, como es la aterosclerosis no coronaria o aneurisma aórtico. Además, el tratamiento debe comenzar independientemente de las cifras de cLDL. Su objetivo es conseguir cifras de cLDL inferiores a 70mg/dl en los pacientes de alto riesgo y de 55 mg/dl en los individuos de muy alto riesgo.
Mecanismo de acción
Las estatinas son inhibidores competitivos selectivos de la HMG-CoA reductasa hepática que reducen la síntesis de
colesterol por parte del hígado. De esta forma, consiguen reducir los niveles plasmáticos de cLDL, pero también han demostrado disminuir la aparición de eventos cardiovasculares y mortalidad cardiovascular en
prevención primaria y secundaria.
Tanto la Guía Europea para el manejo de la dislipemia como la NICE12 recomiendan evaluar el
riesgo cardiovascular como paso previo a la administración de fármacos hipolipemiantes. En caso de estar indicado el tratamiento farmacológico, las estatinas son los fármacos de elección, ya que han demostrado su eficacia en prevención primaria.
En pacientes de alto riesgo que no alcanzan objetivos terapéuticos, en los que no toleran las
estatinas o en los que tienen dislipidemia aterogénica se pueden emplear la
combinación estatinas y ezetimiba.
Pacientes ancianos
Las personas mayores tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades del corazón. Aproximadamente 4 de cada 5 muertes debidas a una enfermedad cardiaca se producen en personas mayores de 65 años de edad.
Existen muchos caminos para manejar con éxito a la patología cardiaca. En primer lugar con la
prevención, que, si bien idealmente debe ponerse en marcha en momentos mucho más precoces, ninguna edad es mala para intentar aplicarla. La mayor parte de los
factores de riesgo cardiovascular continúan siéndolo por encima de los 80 años.
No existen razones vinculadas a la edad que contraindiquen el empleo de cualquier fármaco. Evidentemente, las contraindicaciones generales van a ser más frecuentes a medida que se envejece. Serán estas contraindicaciones y no la edad en si misma las que impongan en la práctica una limitación.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Andrés Vizcaya Ramos, del Centro de Salud Dodro; Nicolas Carbone Gromas, del Centro de Salud Porto Do Son; Enrique Nieto Pol, Ambulatorio Concepción Arenal, y José Enrique López Paz, del Centro de Salud Padrón.