Las secuelas tras la fase postaguda de la infección por SARS-CoV-2 se han definido como signos y síntomas que persisten más de 30 días después de la infección por el virus. Los datos emergentes sugieren que las personas afectadas por la enfermedad pueden tener una gran variedad de signos y síntomas en distintos sistemas de órganos tras esta fase. Por eso, científicos de Estados Unidos e Irlanda han querido investigar más sobre la incidencia de las secuelas clínicas persistentes y nuevas entre adultos de más de 65 años. El resultado es que casi uno de cada 3 (el 21%) los padecen.
Para ello, analizaron una gran muestra generalizable de pacientes de Medicare. Así, identificaron a 133.366 personas de al menos 65 años que fueron diagnosticadas con COVID-19 antes del 1 de abril de 2020. Después, les emparejaron con tres grupos de comparación (no COVID) de 2020, 2019 y un grupo diagnosticado con enfermedad viral del tracto respiratorio inferior.
Lo siguiente que hicieron fue registrar
cualquier condición persistente o nueva a partir de 21 días después de un diagnóstico de COVID-19. También calcularon el exceso de riesgo de condiciones desencadenadas por COVID-19 durante varios meses en función de la edad, la raza, el sexo y si los pacientes fueron ingresados en el hospital por la infección.
El 32% buscó atención médica
Entre las personas a las que se les diagnosticó SARS-CoV-2,
el 32 % (27.698 de 87.337) buscó atención médica en el período postagudo por una o más secuelas clínicas nuevas o persistentes. Esto fue un 11 % más que el grupo de comparación de 2020.
En comparación con el grupo de de 2020, los pacientes con COVID-19 tenían un mayor riesgo de desarrollar una variedad de afecciones que incluían
insuficiencia respiratoria (un 7,55 adicional por cada 100 personas), fatiga (un 5,66 adicional por cada 100 personas), presión arterial alta (un 4,43 adicional por cada 100 personas) y diagnósticos de salud mental ( 2,5 por cada 100 personas). Lon hallazgos fueron similares en comparación con el grupo de comparación de 2019.
'Sin embargo, en comparación con el grupo con enfermedad viral del tracto respiratorio inferior, solo la insuficiencia respiratoria, demencia, y la fatiga postviral tuvieron mayores diferencias de riesgo de 2,39; 0,71; y 0,18 por 100 pacientes, respectivamente. Las personas con enfermedad grave por COVID-19 que requerían ingreso en el hospital tenían un
riesgo notablemente mayor de la mayoría de las secuelas clínicas, pero no de todas', explican los investigadores del estudio, que se ha publicado en
The BMJ.
Los mayores de 75, con más riesgo
Además, se evidenció un mayor riesgo de estas secuelas entre los que ingresaron en el hospital por la enfermedad de COVID-19. También observaron que el riesgo de varias secuelas aumentó para los hombres, los de raza negra y los mayores de 75 años. 'Estos datos pueden ayudar a definir las secuelas de la infección por SARS-CoV-2 en la fase postaguda en la población adulta mayor, y a evaluar y manejar adecuadamente a estos pacientes', aseguran los autores.
'Los resultados confirman un
exceso de riesgo de secuelas persistentes y nuevas en adultos ≥ 65 años tras infección aguda por SARS-CoV-2. Aparte de la insuficiencia respiratoria, la demencia y la fatiga postviral, las secuelas se asemejaron a las de la enfermedad viral del tracto respiratorio inferior en adultos mayores. Estos hallazgos resaltan aún más la
amplia gama de secuelas importantes después de la infección aguda por el virus SARS-CoV-2', concluyen los autores.