El empleo de antibióticos de uso oftálmico está muy extendido. Pero, al igual que ocurre en otras áreas de la medicina, en los últimos años ha habido pocos avances importantes. La mayor preocupación ahora está en evitar las
resistencias antimicrobianas.
“Se ha difundido el uso de quinolonas como el moxifloxacino, han aparecido nuevas presentaciones con levofloxacino, pero realmente
no se han incorporado nuevos antibióticos para la lucha contra las infecciones oculares”, asegura Luis Cordovés, miembro de la Sociedad Española de Oftalmología (SEO).
En la parte quirúrgica de esta especialidad se ha difundido el uso de la profilaxis antibiótica intraocular, lo que ha contribuido a que disminuyan las endoftalmitis tras la cirugía de cataratas.
Infecciones oculares más frecuentes
Las infecciones oculares más frecuentes son las de la superficie ocular, las que afectan a los párpados y la conjuntiva. Una de ellas son los orzuelos. En estos casos, los antibióticos que más se utilizan, no solo por su efecto antibacteriano, sino por otras propiedades sobre este problema glandular, son las
tetraciclinas y la
azitromicina, tal y como explica el doctor. Además, recuerda que hay otras medidas que pueden ser incluso más útiles, como el limpiar el borde de los párpados con las toallitas comercialmente disponibles y la aplicación del calor local cuando ya no esté tan inflamado.
Otro de los problemas más frecuentes son las
conjuntivitis. Aquellas agudas “suelen ser autolimitadas. Muchas de ellas son víricas y lo que requieren son tratamientos sintomáticos con lágrimas artificiales. En los casos de secreciones purulentas, solemos hacer un tratamiento antibiótico tópico intenso, de corta duración y con interrupción brusca, aunque las formas más leves suelen resolverse por sí mismas en aproximadamente una semana”, explica el Dr. Cordovés.
Actualmente, asegura que se ha reducido mucho la disponibilidad de antibióticos tópicos en forma de colirio, por lo que probablemente se use una quinolona, un aminoglucósido que es una combinación antibiótica. “Un punto a destacar es que también puede haber infecciones que no son fáciles de diagnosticar, como las producidas por clamidias, por lo que
ante casos atípicos o de mala respuesta al tratamiento inicial es mejor una valoración especializada”, apunta.
Antibióticos tópicos
Por su parte, las infecciones bacterianas de la superficie ocular no son tan frecuentes, ya que un alto porcentaje de las conjuntivitis son irritativas, alérgicas o de causa vírica. “En los casos en los que nos encontremos con secreciones purulentas, que sugieren un origen bacteriano, podemos hacer un tratamiento inicial con antibióticos tópicos.
Actualmente los más usados son las quinolonas y los aminoglucósidos. En los casos más severos o situaciones particulares (como conjuntivitis neonatal, inmunodeprimidos) es necesario realizar un cultivo. Hay que tener cuidado de que la toma no se contamine con los gérmenes de la superficie periocular”, afirma el doctor, que recalca la importancia de hacer pautas intensas, cortas y con suspensión brusca. Siempre siguiendo la posología indicada para cada antibiótico concreto, por supuesto.
Resistencias bacterianas
Porque si hay algo que preocupa en este sentido, son las resistencias bacterianas. “Hay estudios de seguimiento de resistencias en infecciones oculares que muestran que las bacterias responsables son cada vez más resistentes a los antibióticos utilizados.
En Estados Unidos, donde se llevan usando las quinolonas tópicas más tiempo, la frecuencia de resistencias es alarmante. Por ello, los antibióticos tópicos oculares se deben de usar de forma correcta, cuando realmente sean necesarios. Deben emplearse en pautas cortas con la frecuencia de aplicación debida y con una interrupción brusca, que no facilite la selección de microorganismos resistentes”, asegura.
Para avanzar en este sentido, el doctor explica que se está evitando un uso poco adecuado por parte de la población al requerir las recetas médicas para dispensar colirios antibióticos, lo que es de gran ayuda. “El
hacer seguimiento de las resistencias nos permite saber en qué situación estamos y concienciar a los profesionales sanitarios sobre un adecuado uso de los
antibióticos en oftalmología y en el resto de las áreas médicas”, concluye.