En 1796 Edward Jenner inoculó la primera
dosis de una vacuna, lo hizo después de observar que las personas que ordeñaban a las vacas contraían la viruela bovina, pero no la viruela humana. Así, decidido probar qué pasaba con James Phipps, hijo del jardinero de su jardinero, al que le inoculó parte del contenido de una pústula de viruela de la vaca que tenía una ordeñadora de vacas. A los siete días observó que el niño empezaba a tener manifestaciones clínicas de la enfermedad de las vacas, como malestar en la axila del brazo derecho, fiebre, escalofríos o dolor de cabeza, y que remitió en unos días.
Una vez pasadas seis semanas, pusieron a James Phipps el líquido de una pústula de la viruela humana y vieron que no mostraba ningún síntoma de la enfermedad. Para ver si funcionaba realmente la vacuna, transcurridos unos meses volvieron a ponerle más liquido de una pústula de la viruela humana y vieron que no adquiría la infección.
Desde entonces hasta ahora el arsenal terapéutico ha aumentado y hay más de 40 vacunas disponibles para la prevención de 25 enfermedades prevenibles.
Muertes evitadas
Es más, las vacunas evitan cada año la muerte de tres millones de personas en todo el mundo, es decir unos 60 fallecimientos cada hora. En menores de cinco años se ha reducido la mortalidad de 12,6 millones en 1990 a 6,6 millones a día de hoy.
El foco de la investigación está puesto en la vacunación del adulto, ya que el 80 por ciento de las vacunas que están en desarrollo en la actualidad son para la población adulta, tal y como describe el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Jaime Pérez Martín.
La cobertura de la vacunación infantil, en niños menores de un año, se sitúa cerca ya del 99 por ciento en nuestro país, pero a medida que aumenta la edad, en la adolescencia, se va reduciendo la cobertura, y donde realmente preocupa es en el adulto, comenta José A. Navarro-Alonso, fundador y socio de honor de Asociación Española de Vacunología, que además es consultor honorario permanente del Ministerio de Sanidad.
Tal y como señalan desde la Organización Mundial de la Salud, “la inmunización es un componente esencial de la atención primaria, un derecho humano incuestionable y una de las mejores inversiones económicas en salud. Las vacunas son también esenciales para prevenir y controlar los brotes de enfermedades infecciosas, apuntalan la seguridad sanitaria mundial y serán un instrumento vital para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos”.
Vacunación en el adulto
En esta línea se sitúa Navarro-Alonso indicando que la vacunación en el adulto es un tema en el que hay que incidir y aunar esfuerzos, fundamentalmente de comunicación.
“Hay que mejorar la colaboración con los médicos asistenciales tanto de Atención Primaria como de Hospitalaria para fomentar la vacunación de la gripe, de la COVID-19 o de la tosferina. En las personas que tienen 65 años podemos estar rondando el 65 por ciento, pero con la COVID-19 ha bajado. Nos gustaría que se situaran por encima del 90 por ciento”.
Así, ante enfermedades respiratorias que tienen un impacto significativo en la salud pública y constituyen una amenaza para los adultos mayores y pacientes crónicos, la vacunación puede mejorar nuestra defensa contra los patógenos y proporcionarnos un envejecimiento más saludable. Por eso, para mejorar las coberturas vacunales entre los adultos hay que trabajar tanto en la población como los profesionales sanitarios y los gestores.
Esther Redondo Margüello, miembro del GT de Infecciosas, Migrante, Vacunas y Actividades Preventivas (IMVAP) de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), apuesta por reforzar las campañas divulgativas sobre el beneficio de la vacunación en el adulto que tiene diversas patologías crónicas y en personas jóvenes están tratadas con determinados medicamentos que producen una disminución de la inmunidad.
También hay que prestar atención a los profesionales sanitarios y a las sociedades médicas, que tienen que estar mejor formados en vacunas. Para la especialista, “el portafolio de vacunas del adulto se ha incrementado mucho en los últimos años y se va a aumentar más en el futuro. La investigación en vacunas ahora mismo está sobre todo centrada en el adulto, en el control de las infecciones respiratorias”.
Situación actual
Según la OMS, la cobertura de la vacunación se ha estancado y la pandemia tiene mucho que decir, ya que ha provocado que no se vacunara a 23 millones de niños en 2020. Esta cifra es 3,7 millones superior a la de 2019 y la más elevada desde 2009.
En este contexto, Navarro asegura que la reducción de la cobertura vacunal es multifactorial, pero destaca que en muchas ocasiones no hay percepción de la enfermedad.
Por ejemplo, la gripe piensan que es algo rutinario, pero una persona que tiene factores de riesgo, como puede ser una patología de base o por edad, puede tener complicaciones que pueden llevar a su ingreso en UCI e incluso al fallecimiento.
Lo mismo pasa con la COVID-19, tuvimos coberturas casi del cien por cien por encima de los 80 años y ahora se ha perdido un poco el miedo a la enfermedad. El miedo es un inductor que favorece la vacunación.
Agenda de Inmunización 2030
Para intentar corregir esta situación, este organismo internacional ha puesto en marcha la Agenda de Inmunización 2030, donde se marcan los objetivos sobre vacunas e inmunización para la década 2021-2030 en todo el mundo. Estos objetivos se han diseñado teniendo en cuenta lo acontecido en los 10 últimos años y se ha prestado especial atención a las experiencias con el ébola y la COVID-19. La Agenda de Inmunización 2030 servirá de guía a cada país, pero respetando las estrategias nacionales.
Desde Farmaindustria recuerdan que las vacunas son productos biológicos complejos y muy sofisticados que estimulan la producción por el organismo de anticuerpos frente a un patógeno o un alérgeno y, en consecuencia, generan inmunidad frente a la enfermedad o alergia causada por dicho patógeno o alérgeno.
En líneas generales, las vacunas se componen de una suspensión de microorganismos muertos o atenuados de productos o derivados de microorganismos. Se inoculan a través una inyección, pero también se pueden administrar por vía oral o nasal.
Parte del desarrollo en inmunizaciones se centra en las infecciones respiratorias, que suponen la tercera causa de mortalidad en España.
Herramienta de salud pública
Las vacunas suponen una herramienta imprescindible de salud pública y son el método más eficaz para reducir la morbimortalidad de las enfermedades infecciosas, mejorar la salud de las personas y aumentar la esperanza de vida. Por eso, la vacunación es necesaria durante todas las etapas de la vida para prevenir infecciones y complicaciones. De determinadas vacunas hay que hacer recordatorios, porque la protección va desapareciendo con el tiempo. Otro elemento que hay que tener en cuenta en población mayor es que el envejecimiento debilita el sistema inmunológico.
En dicho grupo de población hay mucho margen de mejora. En opinión de Esther Redondo Margüello, hay que trabajar en el paciente adulto, entre los 18 y los 60 o 65 años con alguna condición crónica. “Aquí es donde peores coberturas tenemos, porque a medida que se van cumpliendo años, sobre todo a partir de los 70 o 75, las coberturas vacunales de la gripe, del neumococo o el herpes zóster mejoran, porque el paciente mayor está más concienciado con el riesgo de enfermedad”.
Novedades
De hecho, una de las vacunas que destaca Navarro es la del herpes zóster en población mayor de 65 años, puesto que se trata de una enfermedad que puede ser invalidante porque puede dejar secuelas, como la neuralgia. “La vacuna es efectiva tanto para evitar como para reducir la frecuencia de la neuralgia posherpética”.
A raíz de la pandemia, se han producido novedades en cuanto a la vacuna frente al meningococo, que ha introducido cuatro nuevos tipos al A, C, Y y W. “Llega a población adolescente, porque se concentraba la enfermedad precisamente en esos sectores de población. Se hizo una campaña de captación masiva desde los 13 a 18 años con cobertura bastante alta”.
El especialista también destaca como logro la vacuna antigripal en niños de seis meses a 59 meses. “Es importante porque es el colectivo que tiene una carga de enfermedad alta, no tan grave como en el caso de mayores de 65 años, pero era una demanda clásica”.
A la de la gripe hay que añadir la introducción de la vacuna frente al virus del papiloma humano en niños. Estaba solo para niñas para protegerse frente al cáncer de cuello uterino, de vulva, de vagina, de área orofaríngea y ano. Por eso, es importante que también los varones de vacunen frente al VPH.
Una vacuna que lleva ya más de 10 años en el mercado es la del meningococo B. Los informes preliminares concluían que se deberían incluir en el calendario sistemático de vacunación español. En el 2022 aparece un artículo que se publicó en
The New England Journal of Medicine, en el que participó José A. Navarro-Alonso, donde se evaluó la eficacia de la vacuna frente a ese patógeno con una protección importante. Además, se estaba generando un problema de inequidad porque había una prescripción en el mercado privado. Se decidió su introducción, ya que la cobertura hasta ahora es excelente, por encima del 95 por ciento en los lactantes.
La última incorporación ha sido la vacuna frente al rotavirus, que lleva más de 12 años en el mercado español privado. El 50 por ciento de las familia vacunaban, pero con una prescripción privada. Ahora se incluye en el calendario de vacunación 24-25, dependiendo de las comunidades autónomas.
Inmunización materna
La inmunización materna es una pauta poco empleada pero muy recomendada, ya que se protege al lactante a través de los anticuerpos que pasan de la madre al feto por la placenta. De hecho, “se ha demostrado seguridad y eficacia de las vacunas utilizadas actualmente, como la vacuna frente a la gripe o la vacuna frente al tétanos, difteria y tos ferina (dTpa). Es importante que el niño nazca protegido, porque muchas vacunas no se administran a los lactantes hasta que tienen al menos seissemanas y, a menudo, requieren dos dosis para lograr una protección completa, lo que deja un intervalo crítico en el que corren un mayor riesgo de infección”, indica Carmen Pingarrón, jefa del Servicio de Ginecología y Oncoginecología del Hospital Quirónsalud San José, de Madrid.