Francisco Marí, director gerente del Hospital Universitario Son Llàtzer y miembro de la Junta Directiva de
SEDISA, explica a
EL MÉDICO cómo se organiza la asistencia en los meses de mayor afluencia de personas. En general, el conjunto de la actividad hospitalaria disminuye en verano, solo aumentan las Urgencias.
¿Cómo se gestiona la asistencia en los meses de verano?
Es un esquema que se repite año tras año, al incrementarse la población en la isla de Palma de Mallorca hay que reforzar aquellas unidades que van a sufrir una mayor demanda de actividad.
¿Cuáles son?
Básicamente, estamos hablando del servicio de Urgencias y las unidades de soporte diagnóstico.
¿Cuánto se incrementa la actividad con respecto a los meses de invierno?
Respecto a la media de los meses de invierno, la actividad sube un 10 por ciento; actividad que, además, se concentra en horario nocturno. Por el contrario, se mantiene el número total de urgencias que ingresan, por tanto, quiere decir que disminuye el porcentaje de ingresos sobre el total de pacientes vistos en Urgencias hospitalarias. El porcentaje baja del 12 al 10 por ciento en los meses de verano.
¿Cómo se prepara el hospital para afrontar la afluencia de visitantes en verano?
Se realiza un plan de verano en el que se contempla el nivel de sustitución de vacaciones del personal y las unidades que hay que reforzar. Pero hay que tener en cuenta que en los hospitales públicos el conjunto de la actividad en verano disminuye, los pacientes crónicos ingresan menos, se programan menos consultas y sesiones quirúrgicas por las propias vacaciones de los profesionales. Este escenario permite ajustar el número de quirófanos y de camas funcionantes, sin olvidarnos de las consultas. Solo los servicios de Urgencias ven incrementada su actividad.
¿Cómo hay que reorganizar los distintos servicios hospitalarios?
No hay que hacer nada especial, el hospital está preparado para atender a los pacientes todo el año. Es cierto que el trabajo de interpretes y mediadores se ve multiplicado en la época estival, incluso trabajo social es un servicio que hay que mantener al 100 por ciento.
Y, ¿la facturación?
Es una cuestión importante. Aunque la mayoría de las personas vienen con el modelo E111; es decir, la tarjeta europea, hay que ser muy escrupulosos con los trámites necesarios que hay que realizar. Dicho esto, sorprende lo difícil que es obtener esta información o una copia del pasaporte... Los pacientes llegan a las Urgencias sin documentación, incluso sin dinero para poder coger transporte.
¿Cómo se reorganizan las Urgencias?
La Urgencia es la puerta del hospital. En general, la Urgencia de verano tiene un perfil bastante definido: gente joven, y la patología suelen ser traumatismos e intoxicaciones por distintas sustancias tóxicas. Hay que decir, y esto es importante, que las empresas sanitarias privadas nos ayudan bastante, incluso no solo atendiendo al paciente que tiene una cobertura de seguro de viaje, por ejemplo, sino también atendiendo a pacientes que tienen el E111 y que posteriormente se compensa vía el Servicio de Salud. El transporte sanitario también juega un papel crucial, siendo necesaria la ampliación de las unidades medicalizadas en las zonas de la costa.
¿Qué medidas se implementan para mejorar la comunicación entre los diferentes servicios médicos del hospital?
Nuestro hospital es un centro informatizado, por lo que los procesos y el uso del HIS está bien definido. Como comentaba anteriormente, la dificultad en cuanto la identificación de los pacientes para la correcta apertura de una historia clínica no está exenta de ciertas complicaciones. Por otro lado, el papel de los traductores y mediadores culturales es muy importante, cubrimos los idiomas más frecuentes y también se dispone de un servicio de traducción online, que está operativo las 24 horas del día.
¿Qué estrategias se implementan para reducir los tiempos de espera en Urgencias y consultas externas?
El verano pasado, para mejorar esta problemática, se puso en marcha en Urgencias una consulta Fast-track, diseñada para atender a pacientes de triaje de niveles 4 y 5, que son pacientes que, en general, no requieren de pruebas complementarias. La idea, sobre todo, es acortar los tiempos de espera y liberar la saturación de las salas de espera y que los profesionales se puedan dedicar a las patologías más complejas.
¿Cuáles son las patologías que más se atienden?
Los casos que más se atienden en los meses de verano son traumatismos, intoxicaciones etílicas e intoxicaciones por distintas sustancias. Las agresiones sexuales desgraciadamente también son habituales. En este sentido, la relación con los juzgados de guardia y cuerpos de seguridad tiene especial relevancia.
¿Afecta la mayor presión asistencial a la marcha normal del hospital?
En general, se trata de pacientes que no ingresan, por lo que la presión está muy localizada en la zona de Urgencias. Sí que en momentos puntuales de mucha afluencia puede provocar tiempos de espera algo más largos de lo habitual. También puede ocurrir que haya falta de camas en hospitalización y en las unidades de curas intensivas, lo que puede provocar retrasos en los ingresos desde Urgencias. La falta de drenaje (paso de pacientes a hospitalización) puede ocasionar que se llenen los boxes de atención y que, por tanto, sea complicado atender una nueva Urgencia. No obstante, se utiliza una unidad de preingreso hospitalario.
¿Cómo se garantiza la disponibilidad de suministros y equipos médicos durante la temporada de verano?
En el mes de agosto muchas empresas cierran y, por tanto, no suministran. En este sentido, al estar los productos y los consumos perfectamente identificados, se trata de asegurar el stock suficiente para dos meses ampliando los pedidos. Por la misma razón, preocupa el mantenimiento y las reparaciones de equipos de electromedicina, que en la época estival puede sufrir algún retraso.
¿Cómo se compagina esa mayor presión asistencial con las vacaciones de los profesionales sanitarios?
Es complicado, básicamente por la falta de profesionales a la hora de contratar sustitutos. También se exige a las diferentes unidades y servicios que distribuyan sus días de vacaciones de tal manera que la actividad se vea afectada lo menos posible. Es decir, no se pueden ir todos en el mismo periodo, parece una obviedad pero es un encaje difícil al tratarse de mucho personal.
¿Cómo se asegura el hospital de contar con suficiente personal médico y sanitario durante los meses de verano?
Desde principios de año, ya trabajamos el tema de los refuerzos y sustitutos. No es nada fácil, no siempre se pueden contratar y muchas veces los que se quedan deben hacer más guardias de lo deseable.
La asistencia de crónicos, ¿se ve mermada durante el verano?
No, en absoluto, las necesidades son atendidas, porque, como hemos comentado, en general coincide una menor presión asistencial de este tipo de pacientes.
¿Hay más ingresos de estos pacientes por descompensación de sus patologías?
Podríamos decir que los crónicos se descompensan más en invierno, se espera en principio que la actividad baje en los meses de verano.
¿Hay algún plan específico para garantizar la asistencia de crónicos?
Sí, el mismo que en invierno, la estrategia de cronicidad define perfectamente la ruta asistencial que deben de seguir estos pacientes.
Ya para terminar, ¿cuáles son los principales retos que enfrenta el hospital durante la temporada de verano?
Es cierto, que nos da mucho respeto lo que pueda pasar, la demanda es complicada de predecir, aunque quizás el reto es poder mantener un mínimo de actividad ordinaria del resto de especialidades: de quirófanos, de gabinetes, de pruebas… Eso implica que se planifiquen entre los miembros de los equipos muy bien las vacaciones. El hospital debe de seguir funcionando para atender las necesidades de atención sanitarias de la población. Hay que decir que, en general, los turistas se suelen ir muy impresionados por el alto nivel de nuestros servicios. Me refiero al de la red de hospitales, tanto públicos como privados