Los tumores ginecológicos son aquellos que acontecen en los órganos reproductores femeninos: útero, ovarios o cuello uterino. Aunque son menos frecuentes, los tumores de vulva y vagina también se incluirían en este grupo. Este tipo de cánceres representan el segundo en incidencia en mujeres y el tercero en mortalidad femenina. En 2018 fueron diagnosticados más de 1,3 millones de casos de tumores ginecológicos a nivel mundial, siendo el cáncer de útero el más común.
Arantzazu Barquín García. Oncóloga médica especialista en tumores ginecológicos, integrante del equipo de tumores ginecológicos, genitourinarios y de la piel del Centro Integral Oncológico Clara Campal HM CIOCC
12 de marzo 2024. 1:41 pm
Uno de los retos actuales sigue siendo la detección precoz, y se debe incidir en la importancia de una detección temprana. Para ello, son necesarios programas de concienciación social, para que la población identifique los posibles síntomas cuanto antes. Afortunadamente, en los últimos años se…
Uno de los retos actuales sigue siendo la detección precoz, y se debe incidir en la importancia de una detección temprana. Para ello, son necesarios programas de concienciación social, para que la población identifique los posibles síntomas cuanto antes.
Afortunadamente, en los últimos años se han producido avances significativos tanto en el diagnóstico como en el desarrollo de terapias para estas neoplasias. La identificación de subtipos moleculares de cada patología nos ha permitido emplear tratamientos específicos y acercarnos a la llamada Medicina de precisión. Así, cada vez es más frecuente que en los últimos congresos, tanto nacionales como internacionales, se presenten estudios novedosos con tratamientos dirigidos para las mujeres que padecen esta enfermedad.
Cáncer de ovario
El cáncer de ovario es el tumor ginecológico con mayor letalidad en los países desarrollados, con una supervivencia global a 5 años del 40 %. En la actualidad, el tratamiento estándar incluye la cirugía citorreductora seguida de quimioterapia junto con tratamientos de mantenimiento con fármacos anti-angiogénicos e inhibidores de la encima PARP. Sin embargo, estamos aún lejos de conseguir remisiones completas ya que, aproximadamente, el 70 % de las pacientes experimentan una recaída.
Los avances en el conocimiento de la biología de este tumor han sido clave, porque han modificado dos cosas: por un lado, la forma de entender la enfermedad y su pronóstico, y por otro, la manera de tratarla. Determinar si existe una mutación genética en los genes BRCA 1 y 2 es crucial desde el punto de vista terapéutico.
Cuando dichos genes están alterados, se ha comprobado una elevada eficacia de una nueva familia de fármacos, los inhibidores de PARP. Aunque no exentos de toxicidad, son de administración oral y pueden alcanzar remisiones muy duraderas en el tiempo. Por otro lado, la comunidad científica sigue trabajando en el desarrollo de nuevas moléculas para el tratamiento de estos tumores, como los llamados anticuerpos fármaco-conjugados (ADCs, del inglés ‘antibody drug-conjugates’).
Estos fármacos son anticuerpos dirigidos contra proteínas del tumor, y que transportan fármacos muy tóxicos directamente y de forma selectiva a las células cancerosas. En el caso concreto del cáncer de ovario, el uso de mirvetuximab soravtansina, un ADC contra el receptor de folato, ha demostrado mejorar la supervivencia para pacientes con enfermedad avanzada resistente al platino.
Cáncer de cuello de útero
En relación con el cáncer de cuello de útero, suele presentarse en fase localmente avanzada en mujeres que no se han sometido a pruebas de cribado. Cuando el tumor es de un tamaño excesivamente grande para ser extirpado quirúrgicamente, el tratamiento estándar consiste en la combinación de quimioterapia y radiación.
Durante el último congreso europeo se presentaron dos ensayos que mostraron nuevas formas de tratar el cáncer de cérvix localmente avanzado, que retrasan de forma significativa la tasa de recaídas. En uno de los estudios, el 68 % de las mujeres que recibieron inmunoterapia con el fármaco pembrolizumab añadido a la quimio-radioterapia, se mantuvieron libres de cáncer transcurridos dos años, comparadas con el 57 % de las mujeres que recibieron placebo además del mejor tratamiento estándar.
Un segundo estudio analizó el impacto de administrar una combinación de dos medicamentos de quimioterapia diferentes antes del tratamiento habitual con quimioterapia y radiación. Las mujeres que recibieron esta quimioterapia ‘de inducción’ eran un 35 % más propensas a mantenerse libres de enfermedad en un plazo de cinco años, y tenían un 39 % más de probabilidades de seguir con vida en ese tiempo frente a las mujeres que únicamente recibían el tratamiento estándar.
Cáncer de cérvix avanzado
También en el área de cáncer de cérvix avanzado se han desarrollado fármacos que muestran mejoras en la supervivencia. Al igual que en la enfermedad localmente avanzada, la inmunoterapia ha supuesto un gran impacto para el tratamiento de nuestras pacientes. Así pues, la adición de pembrolizumab a la terapia de primera línea ha supuesto una clara mejoría en la tasa de respuesta radiológica objetiva, la supervivencia libre de progresión y la supervivencia global en pacientes con expresión de la proteína PDL1 ≥ al 1 %.
Por otra parte, se siguen desarrollando otras estrategias, como la nueva terapia con tisotumab vedotin, en mujeres que ya habían recibido tratamientos previos. El fármaco, que también se engloba dentro de la categoría de los ADCs, prolongó la supervivencia, retrasó la recaída y redujo el tumor con mayor frecuencia que la quimioterapia convencional.
Cáncer de útero
Adicionalmente, el cáncer de útero también ha vivido grandes avances. Aunque no existe una prueba de cribado, hay un síntoma precoz, el sangrado después de la menopausia, que en muchos casos permite un diagnóstico precoz. Desgraciadamente, un 15-20 % de las pacientes padecen una forma más agresiva de la enfermedad, con opciones de tratamiento limitadas.
Al igual que se ha mencionado para otros tumores ginecológicos, el conocimiento molecular de la enfermedad ha supuesto un importante progreso para el desarrollo de terapias dirigidas. De nuevo, dos ensayos recientes han mostrado que añadir inmunoterapia, como dostarlimab o pembrolizumab, al tratamiento estándar en primera línea con quimioterapia, retrasa de forma significativa las recaídas. Este beneficio se observa especialmente en un subtipo molecular, los tumores con inestabilidad de microsatélites, que puede acontecer hasta en un 20 a 30 % de las pacientes.
Por otra parte, cabe destacar otras combinaciones con inmunoterapia y fármacos orales inhibidores tirosina quinasa, como la combinación de pembrolizumab y lenvatinib, combinación aprobada en pacientes con enfermedad avanzada que ya han sido tratadas con otras terapias previas, suponiendo una nueva alternativa muy prometedora.
Equipo multidisciplinar
Por último, destaca la relevancia y la necesidad de disponer de un equipo multidisciplinar para el manejo óptimo de estos tumores. En este sentido, tanto las técnicas quirúrgicas como de radioterapia se han visto mejoradas en los últimos años. Asimismo, no podemos olvidar la importancia de la intervención psico-oncológica, que, desde el primer diagnóstico, facilita el afrontamiento de la enfermedad y la adherencia a los tratamientos. Desgraciadamente, su adecuada implementación sigue siendo un reto hoy en día en nuestra práctica asistencial.
Como conclusión, nos encontramos ante una etapa muy esperanzadora para el tratamiento de los tumores ginecológicos en la que los avances científicos y las mejoras asistenciales están mejorando la supervivencia y calidad de vida de nuestras pacientes.